"El Árbol de las preocupaciones"
“El árbol de las preocupaciones”
Un comerciante contrató a un carpintero para reparar una vieja granja. Como el comerciante era de esas personas a las que les gusta tener todo bajo control y le preocupaba que el trabajo no quedase bien, decidió pasar un día en la casa, para ver cómo iban las obras.
Al final de la jornada, se dio cuenta de que el carpintero había trabajado mucho, a pesar de que había sufrido varios contratiempos (su cortadora eléctrica se estropeó y le hizo perder horas de trabajo, además su coche también se negó a funcionar) así que el empresario se ofreció para llevarle a casa.
El carpintero no habló durante todo el trayecto, visiblemente enfadado y preocupado por todos los contratiempos que había tenido a lo largo del día. Sin embargo, al llegar invitó al comerciante a conocer a su familia y a cenar, pero antes de abrir la puerta, se detuvo delante de un pequeño árbol y acarició sus ramas con ambas manos, durante pocos minutos.
Cuando abrió la puerta y entró en la casa, la transformación era radical: parecía un hombre feliz. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La cena transcurrió entre risas y una animada conversación. Al terminar la velada, el carpintero acompañó al comerciante al coche. Cuando pasaron por delante del árbol, éste le preguntó:
- ¿Qué tiene de especial ese árbol? Antes de entrar estabas enfadado y preocupado, y después de tocarlo eras otro hombre.
- Ese es el árbol de los problemas – le respondió el carpintero. – Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa
es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Asique simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego
a casa. Luego, en la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido es – dijo sonriendo- que cuando salgo en la mañana a recogerlos, ni
remotamente hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.
Esa noche, el rico comerciante aprendió una de las lecciones más valiosas de su vida.
Debemos de aprender a soltar nuestras preocupaciones, a preguntarnos, ¿Puedo hacer algo? Entonces hagámoslo, pero… si ya hice todo lo que
pude, tenemos que dejarlas ir.
Las preocupaciones nos cansan y agotan, pero no nos llevan a resolver problemas. Son pesos que llevamos con nosotros y que nos provocan ansiedad, tristeza, desilusión, y malestar, y todo esto, ¡cómo no!, nos impide disfrutar de nuestro día a día.
Aprender a soltar nuestras preocupaciones es algo esencial, al principio puede suponernos cierta dificultad, pero cuando lo incluimos en nuestro repertorio de actividades del día, como hacía el
carpintero del cuento, se convierte en un hábito y nos permitirá disfrutar.
Para empezar a practicarlo debemos de crear nuestro propio “árbol de las preocupaciones”. Puedes escribirlas en un papel y romperlo
después, puedes crear una caja donde guardarlas cada noche para que no salgan de ahí, puedes realizar actividades que te ayuden a soltar: meditación, deporte, manualidades, etc.
¡Crea tu propio árbol, y abrázalo cada día!
¡Hoy date el día libre de preocupaciones!
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